Nos acercábamos cada vez mas a aquella verdad. Fue instantáneo como aquellos pájaros secaban nuestros caminos con su sombra. No confiábamos en ellos. Todavía no recuerdo bien porque no lo hacíamos, pero Simón me obligaba a desconfiar de todo. Dentro de nuestras mochilas existía una lista de varias cosas que deberíamos haber llevado a aquel viaje. Pero por diversos motivos o por ninguno en particular, jamás pudimos colocar nuestras pertenencias dentro de ellas. Pensaba todo el tiempo en esos objetos. Cada vez que tenia frío, hambre, sueño o me encontraba con ganas de llenar mis pulmones de una desequilibrada niebla, para así morir 20 años antes de la fecha pautada. Es que a veces cuando releo los astros y me relato a mi misma mis días futuros, existe una extraña resistencia a entregarme a mis días futuros y ser aquella que los astros desean. Tan solo escarparme. “Nadie jamás sabrá lo que es mi soledad” Se escuchan las melodías cada vez mas fuertes. “¡Apaga la radio!” Grito inútilmente. Jamás pensé escuchar aquella canción en la radio. Pero aveces el destino o lo que creemos entender de él, nos engaña y nos hace creer que jamás veremos, oleremos, escucharemos y degustaremos situaciones, y al final terminamos frente a un televisor puteando ese objeto que rompió la cinta de video de unos tiempos muy modernos que tal vez de tan modernos, quedaron estancados en palabras como “kitsch” o “subversive” . Y así como el destino engaña sigilosamente al hombre, así este homodiegético narrador va a engañarte y te dirá: “colorín colorado este cuento se ha terminado (por ahora, claro)”
Publicado en el fanzine "KE INÚTILES PALABRAS DIJIMOS EN LAS VIAS DEL TREN" N°6 julio de 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario